Pase lo que pase

Y cuando me subí al coche y me disponía a regresar a esa habitación que tantas veces ha sido nuestra cómplice y tantos secretos nuestros guarda, me sentía estafada. Me habían cambiado el lugar. Por donde hace apenas una hora había pasado contigo, donde hace apenas una hora sentía lo que es la felicidad se volvía soledad. Se iba apagando el día y yo no pasaba de 110 km/h tal como te prometí. No quería encender la radio, por miedo a esa maldita casualidad de sonar cualquier acorde que me recuerde que te has ido… Y una vez más, así sucedió… “Resulta raro despertar y oler tu ropa de dormir, y se me escapa un sutil sonreír. Pase lo que pase te llevo conmigo…” Y rompo a llorar. Me siento vacía y no quiero. Me, te prometí que no lloraría y que me perdería recordándonos. He llegado, y en la puerta de casa no me espera nadie para jugar a ver quien sube antes. Empiezan los recuerdos, los olores, los sabores, la impotencia a atragantarme por minutos. La temperatura continúa igual, 28º, pero creo que hasta ellos bailan a un son diferente. Relleno la hucha de ilusiones, y me dispongo a enfrentarme a todo. Me fundo en el pijama nuevo, el de los marcianitos, y me abrigo como si de tus brazos se tratara. Busco tu olor entre cada retal de mi ropa, entre las sábanas, te busco en cada rincón, en cada acorde, en cada instante. Te busco y no te encuentro… Por favor, que el año nuevo nos acerque para nunca más separarnos porque me desgarro con cada despedida. Porque yo sólo se vivir si es contigo, si es a tu lado, con la certeza de que al girarme podré poner mi manita en tu barriga y abrazarte para que el mundo no te toque. Por favor…