martes, 17 de febrero de 2009

Ráfagas


Nací en pleno invierno y eso iba a marcar toda mi vida. Cuentan que llovía, y que me costó bastante salir. Estuve unas dos o tres horas pensando si salir o no, y eso que aún no era consciente de todo. Aunque pienso que igual era como una corazonada que me advertía de lo que me esperaba. Me contaron cuentos durante años de familias felices, sueños cumplidos, pero yo siempre lo relacionaba a otro mundo, quien sabe, quizás la luna. Ahí también pensaba que se iban los que no podían vivir aquí. A esconderse de las ráfagas y vientos huracanados de la tierra. Que se sentían tan poco atados a este mundo que creían que en cualquier momento iban a salir volando.

Tengo esa sensación. Me siento anclada a este mundo aunque me gustaría poder salir volando, y escapar, al país de ojalá, o más lejos aún. El miedo me consume, se está transformando en mi segunda piel, y siento que cuando me deshago de un trocito, rápidamente vuelve a crecerme. Es como si en cada esquina me fuera a encontrar una ráfaga que me levanta y me zarandea a su antojo. Me asusta. Quiero tocar tierra más que nunca, darte la mano y pisar firme. Y verte sonreír. Eso es lo más importante.

Me siento mas diminuta que nunca, es como si de repente, todo hubiera tomado tamaño de gigante. Y no lo soporto. A veces siento que soy sólo el error de ellos, y que pago las consecuencias. Otras siento que he sido arrastrada por la corriente. Y otras siento que te estoy arrastrando conmigo. Me tortura la idea.

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