lunes, 5 de enero de 2009

Queridos reyes magos...


Se me ha olvidado hacer la carta. Aunque como tu dices se puede hacer con el pensamiento, o lo que es mejor con el sentimiento. Empiezo a intentar hacerla mirando tus fotos y una hilera de piojos nacen en mi estómago. Y así empieza la ruleta constante de recuerdos. Y es que cuando me besas los latidos los tengo en los labios. Tu mirada. Mi mirada. No me sale nada más que no sea quererte.

“Queridos reyes magos, no sé muy bien que pedir, si salud… si dinero… o las dos cosas, porque las dos son igual de necesarias… sin embargo, si hay algo en lo que no tengo duda es que quiero que ella sea feliz. Plenamente feliz. Que no le moleste el mundo, que sus sueños sean realidades, nuestras realidades…”

Hoy no mareo. Podría estar constantemente rebobinando mi casette de recuerdos. Ha sido la primera vez que me como las doce uvas, con cada campanada me tragaba una uva y un puñado de ilusiones. Y terminó un año. Diferente, bonito, complicado, cómplice, piojero. Y llegó el 2009 por la puerta grande. Abri los ojos y te encontré. Me saludaste con una sonrisa y me sentí la persona más feliz del mundo, ahora estaba segura de que un año empezado de esta forma tendría que ser un buen año.


“Queridos reyes magos, que siempre podamos abrazarnos y aislarnos del mundo. Que la sensación de cuando me da un abrazo parezca que me voy a quedar pegada a ella no desaparezca nunca. Que siempre me sienta dentro, tan dentro que retumbe mi voz en sus costillas. Que cuando palpe su cama… encuentre mi calor. Que crezcan los sueños, sus sueños, nuestros sueños”

“Queridos reyes magos… que pueda hablar en mil idiomas y mis cuerdas vocales solo las toque ella"

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