martes, 16 de septiembre de 2008

Cagada

8
Y me aprietan las paredes de este mundo. Y me hago diminuta. Quiero vomitar las ganas de huir que crecen a pasos agigantados. Me sangran los pulmones y me quedo sin oxígeno. Mi cabeza se llena de recuerdos de esos días a tu lado. Me agarro a todo esto. A este mundo de sueños. Y fantasías. De irrealidad. De crudas realidades. Tengo la sensación de que un día bueno equivale a diez malos. Tengo miedo. Me empieza a dar miedo tener un buen día. Sí, y sonreír también. Me he vuelto una cagada. Ahora también me da miedo que me caiga la coraza de plomo y me reviente. Ya no tengo fuerzas ni ganas de aguantar ese peso. Ya no tengo fuerzas. O casi fuerzas. Ya no sé que tengo. O que no tengo. Joder, me siguen apretando las paredes y ya alcanzo el tamaño de un piojo… Claro, si es que soy simplemente. Una pioja. Un ser insignificante ante una sociedad no apta para mí…
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También me da miedo herirte. Herirte sin darme cuenta. Herirte con mi realidad.

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