
Me soplas en la barriga y haces que muera de risa.
Necesito escupir cuánto te quiero. Las ganas las transformo
en venganza, y disimuladamente me tiro a tu barriga y te soplo yo.
No me sale bien, aún así tu le encuentras encanto y terminas
riéndote, como cuando te hago el volador.
Me encanta hacer payasadas contigo. Me encanta hacerte sonreír.
Me encanta que la vida te sonría. Me encanta, me encanta.
Joder, y yo que no me iba a enamorar y ahora me tiembla el corazón
cuando le hablas y mis pulmones se sacuden cuando me acaricias.
Encima empieza el otoño y a los árboles les han dado por sumarse
a la moda del nudismo. Y yo como siempre llevando la contraria.
Mi alma tiende a abrocharse la cremallera de la fortaleza, y colocarse
una gorra de indiferencia, con tendencia a una chaqueta invisible que
hace que pase desapercibida. Joder me la pondría siempre, esta
no pasa de moda y por lo menos me esconde de la sociedad.
Me queda deshojar margaritas y contar días de otoño por pasar hasta verte...
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